¡Hola a todos! Hoy en Pradere es un día
soleado y después de hacer las cosas que tenía que hacer me senté para escribir
este artículo.
Hoy en Mundo Literario voy a contarles un cuento (que leí hace ya 5 años) de
Gianni Rodari, y es:
El Gato Viajero
Una vez subió un gato al tren que va de Roma a Bolonia. Gatos en el
tren siempre se ha visto, generalmente dentro de un cestito, o una caja con algún
agujero para respirar. En el tren se han visto hasta gatos vagabundos, gatos de
nadie que han caído en un vagón abandonado a la caza de topos. Pero este de
quien hablamos era un gato viajero y viajero por su cuenta.

Entro en un compartimiento de primera clase, echó un el ojo a un sitio
libre junto a una ventanilla y se sentó. En el compartimiento ya había tres
personas: una señora que iba a Arezzo a ver a una hermana, un comendador que
iba a Bolonia por negocios y un jovencito que iba no se sabe dónde. La entrada
del gato suscito algunos comentarios.
La señora dijo:
-
Que gato tan nono, bss, bss, bss…
Viajas solo, como un hombrecito ¿eh?
El comendador dijo:
- Esperemos que no tenga pulgas.
-
Pero no se ve cómo está de limpio?
- Esperemos que… bueno, querida
señora, yo soy alérgico a los gatos. Esperemos que no me pegue el catarro.
- Pero si no tiene catarro, ¿cómo se
lo va a pegar?
- A mí me lo pegan todos, apreciada
señora, me lo pegan hasta los que no tienen.
- Bss, bss, bss… te has adelantado
para guardarle el sitio a tu dueña ¿eh?
- ¡Miao!
- ¡Que vocecita tan bonita. ¿Qué habrá
dicho?
El joven hablo por primera vez:
- Ha dicho que no tiene dueños, es un
gato libre y soberano.
- ¡Qué interesante!
- O sea, es un gato vagabundo –observó
suspicaz el comendador-, esperemos que no me contagie el sarampión.
- ¿El sarampión? –exclamó la señora-.
Pero si los gatos no tiene sarampión y además es una enfermedad que se pasa de
niño.
- Querida señora, yo no lo he pasado
de niño. ¿Sabe que es más peligroso si se tiene de mayor?
El tren se puso en marcha y al cabo de un rato pasó el revisor.
- Billetes, señores.
La señora abrió el bolso:
- Uy, el billete, no sé dónde lo abre
metido…Espere, espere, tiene que estar aquí… Ah, sí, menos mal.
- Gracias señora. ¿Y el billete del
gato?
- Pero si el gato no es mío-
- ¿Es suyo, señor?
- Solo faltaría eso – estalló el
comendador-. No puedo aguantar a los gatos. Me hacen subir la tensión.
- El gato tampoco es mío –dijo el
joven-. Es un gato que viaja por su cuenta.
- Pero tiene que llevar billete.
- No lo despierte, que duerme… Es tan
gracioso, mire qué morrito.
- Morrito o no, tengo que picarle el
billete.
- Bss, bss, bss –Hacia la señora -, mínimo,
mínimo…, ea, vamos, mira quién está…
El gato abrió un ojo detrás de otro y maulló:
- Miao, miao.
- ¡Y encima protesta! –critico el
comendador-. Es como para volverse loco. Por qué no viaja en coche cama, dijo
yo…
- Amodorrado ¿eh?
- Si parece que le gustan las
palabras selectas.
- Miao, miao –hizo de nuevo el gato.
- ¿Qué ha dicho ahora? –pregunto la
señora.
- Ha dicho: por favor, aquí está mi
billete –tradujo el joven.
- Oiga, compruébelo bien –dijo el
comendador al ferroviario -, hay gente que viaja en primera con billete de
segunda.
- El billete es correcto, señor.
- Miao, miao, miao –maulló el gato enérgicamente.
-
Dice –explico el joven- que debería
ofenderse ante sus insinuaciones, pero lo respeta en atención a sus canas.
- ¿Canas? ¡Pero si soy calvo!
- Miao, miao.
-
Dice que ya ha visto que es calvo,
pero que si tuviera pelo seria blanco.
La señora suspiró:
- Qué bien entiende usted la lengua
de los gatos. ¿Cómo se las arregla?
- Es fácil, basta con prestar mucha atención.
- ¿Miao? ¿miao?
- Pero cuanto habla ese gato –gruño el
comendador-. No se calla ni un momento.
- ¿Qué ha dicho? ¿Qué ha dicho? –pregunto
la señora al joven.
- Miao, miao. Ha dicho: hermoso día. Ayer
no fue tan bonito. Esperemos que mañana sea tan bonito como hoy. ¿Van lejos sus
señorías? Yo voy a Venecia por asuntos de familia.
Se descubre que “aquel joven” es un ventrílocuo, prestidigitador e
ilusionista: todo lo ha hecho él.
SEGUNDO FINAL
Se descubre que el gato no es un verdadero gato, es un gato robot: un juguete
de lujo que se pondrá a la venta las próximas navidades.
TERCER FINAL
Aun no existe. Pero sería bonito que algún día se pudiera hablar con
los gatos.
Gianni Rodari. En Cuentos para jugar, Alfaguara, 2006.
Info: Gianni Rodari fue un maestro, periodista
y escritor italiano que nació en 1920 y murió en 1980. Entre sus libros se
destacan Cuentos para jugar y Cuentos escritos a máquina.
Espero que les haya gustado el cuento y
nos vemos la próxima.